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martes, marzo 24, 2009

Delirios de la prevención del consumo de drogas Colaboración para revista Cáñamo.(enero 2009)

Intentaré cooperar con el discurso de Cáñamo desde una mirada quizás desconfiada y crítica. Esto, pese a que pienso que las políticas preventivas del consumo de sustancias psicoactivas ilícitas, denominadas en la vida cotidiana y no casualmente, “drogas”, han llegado a un punto muerto al que se puede hablar atravesándolo sin que la mayoría se perturben o interese.
Primero un poco de contexto. El panorama occidental, configurado durante el siglo XX, con hitos importantes como la ley Harrison, de 1919 en los EE.UU, que señala el destino de la prohibición, es decir, a mi juicio, el fracaso; la convención única de 1961 y el convenio internacional de Viena de 1971 , que con sus 4 listas de sustancias “psicotrópicas” prohibidas enmarcaron, hasta el día de hoy, la forma de la discusión respecto a las políticas de prevención y sus alcances.
En Chile, una vez acabada la dictadura, en 1990, se institucionalizó, por su parte, un discurso público desde el estado que demonizó el consumo, posesión, compra, venta y cultivo de cualquier sustancia psicoactiva ilegal, siguiendo la tendencia internacional procedente de los EE.UU.
Efectivamente, durante el gobierno de Patricio Aylwin se creó el Consejo Nacional de Control de Estupefacientes (CONACE), bajo la dependencia administrativa del Ministerio del Interior.
Este organismo funcionaba como un consejo asesor presidencial en materias de “prevención y tratamiento” de drogas. Los organismos que están, a su vez, representados en este consejo son:
Ministerios de: Interior, Relaciones exteriores, Hacienda, Planificación y Cooperación, Educación, Justicia, Trabajo y previsión Social, Salud, Servicio Nacional de la Mujer, Subsecretaria del Interior, Comandante en Jefe del Ejército de Chile, de la Armada de Chile, de la Fuerza Aérea de Chile, Director General de Carabineros de Chile, Director de la Policía de Investigaciones de Chile, Consejo redefensa del estado, Director de Oficina de Seguridad Pública, División de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, Director Nacional del Servicio de Impuestos Internos, Director Nacional del Servicio de Aduanas, Consejero Asesor Jurídico, Consejero Representante del/la Presidente de la República y Secretaria Ejecutiva del CONACE.
A vuelo de pájaro, sin necesidad de ser exhaustivo en el análisis se observa que dentro de la variopinta composición del consejo, se encuentran posicionadas instituciones encargadas de la seguridad interior –léase delincuencia- y exterior del Estado, de asuntos financieros nacionales, del comercio y recaudación tributaria nacional e internacional y de beneficio social. Justamente son estas las principales aristas que explican el tratamiento comunicacional del fenómeno a nivel de los mass media, esto es su demonización.
Eso, por decirlo así, sería la organización y la historia que explica algo de la actual situación que CONACE nos plantea.
Por su parte, las ideas-campaña, tenemos que la declaración oficial del sitio web del Consejo Nacional para el control de estupe-facientes, (conviene, para señalar un revelador detalle formal, detenerse en esto. Este adjetivo calificativo viene del francés stupéfiant; que combina las palabras stupidité y faire, cuyos homólogos españoles son el adjetivo estupidez y el verbo hacer: literalmente traducido a coloquial quedaría en sustancia hace- estúpidos o estúpido-hacedora), de este autodenominado “portal chileno de prevención y tratamiento de drogas” señala, al referirse a su misión, que corresponde a :” implementar las políticas públicas en torno al problema de las drogas y prevenir el consumo y tráfico de sustancias ilícitas en el país.”
Esta se ha traducido en la práctica en diversidad de campañas de prevención de consumo de drogas, que nos han acompañado desde 1994 en adelante, en los “principales balnearios” o lugares de vacaciones del país, durante los calurosos meses de verano primero, para luego acceder a las ciudades y finalmente a los mass media, de cuyos lemas emblemáticos rescato una buena parte a continuación:
“Drogas: basura compadre” (1994); “¡Soy Bacán…yo no le hago!"(1996); se aprecia un esfuerzo por cautivar audiencias usando un lenguaje “juvenil” y al mismo tiempo ya se señala a quién se tiene en mente cuando se habla de consumo de drogas; ““Ser jóvenes…sin drogas más libres”(1997); ““Juégatela por tus amigos…Sin Drogas más Libres”(1998), que hace explícita referencia a la creencia de que los jóvenes consumen por la presión de sus pares a hacerlo, todas ellas además dirigidas solamente a jóvenes, lo que supone que solo ellos son sujetos de prevención, ya esta claro, pero esto será porque los “adultos” no consumen (¿no son tontos?) o porque los adultos que consumen, no tienen remedio, dicho de otro modo , que solo los jóvenes consumen y pueden ser rescatados, y que el consumo de drogas es una “enfermedad terminal”, de la cual solo las formas juveniles de la especie homo sapiens pueden sobrevivir. Esta arraigada idea del discurso prohibicionista es una contribución del “mundo de la psiquiatría”, que aporta con prestigio y “validez” (que no es esta la ocasión de abordar) a la construcción del mismo. En jerga coloquial esto tiene el mismo significado que la popular frase “caer en la droga”. Esto explica porque estamos frente a un “peligro nacional”. Sin embargo está demostrado “científicamente” para varias sustancias ilegales, como Psilocibina y LSD que no producen dependencia, asimismo se discute para el THC del cáñamo que produzca “dependencia” y al contrario, si lo está en el alcoholismo y tabaco. Por lo tanto no es la dependencia a la sustancia el criterio que se usa al momento de prohibir, no es un discurso sanitario. Después: “La Droga Amenaza...Conversemos “ (2000, 2001, ) dirigidas a la comunidad en general; “Echate ají en los ojos...y cuando te ofrezcan droga ¿qué vai a hacer?”; “Huele este rico Aroma...y cuando te ofrezcan droga ¿qué vai a hacer? ” (2002) Emblemáticas por la estigmatización que hacen de la persona que consume psicoactivos ilegales: es tan tonto como para oler un calcetín sucio o echarse ají en los ojos, apelando a la “ironía” ahí donde es necesario sistematizar argumentos, otra “faceta” del discurso. Luego: “Yo decido...jugármela sin drogas”(2003); “Habla siempre con tus hijos. Palabra que ayuda.”( 2004) dirigida a los padres, que fue acompañada de un cortometraje publicitario exhibido abundantemente en televisión y que causó impacto al “demostrar” la conducta delictiva del consumidor: roba cosas de su casa para conseguir más “droga”. Este vínculo droga-delincuencia no es inocente, y a mi juicio es necesario mayores estudios antes de asociar estos fenómenos sociales; posteriormente una luz: “Olvídate del alcohol y las drogas. Te lanzamos este consejo con fuerza...Tómalo si quieres”.(2005-2006), ¡primera mención al alcohol como sustancia psicoactiva potencialmente peligrosa! Aquí se desoculta una característica de la prevención prohibicionista y es que solo considera peligrosas a las drogas ilegales: el alcohol no es malo, o lo es solo después de 15 años de discurso exclusivamente basado en la ilegalidad: paga impuestos, aunque la segunda y tercera mayores causas de carga de enfermedad en hombres, después de las alteraciones congénitas, (que son “inevitables”), ¡hayan sido la dependencia del alcohol y accidentes de tránsito! (1993) . Esto nos informa de la disposición sanitaria de estas campañas: nula, de otra manera, también se deberían haber incluido al tabaco y alcohol desde las primeras campañas, cuando esta información ya estaba disponible para ser utilizada. Un “Cuídate. Krretea sin reventarte”, (2006) que re-introduce el lenguaje juvenil y comienza a utilizar –muy tímidamente- el enfoque de reducción de daños (ojalá siguieran en esa línea) y después: “Este verano, ¿cómo te quieres ver? Enfócate sin alcohol y sin drogas” y “Porque no soy mono, carreteo sin reventarme”(2007) que a la luz de lo dicho no comentaré, dejándoselo de tarea al lector.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar la campaña de este año: "Vuelve a ser inteligente, no fumes marihuana",que viene a reeditar la, a estas alturas contumaz actitud de enjuiciamiento valórico frente al consumidor de marihuana: es un descerebrado estúpido, porque se “mete caca a su organismo”; por tal razón es que el Estado debe ocuparse de intentar recuperarlo, ayudarlo, al enfermo que no puede con su enviciante mal. Pese a que CONACE reconoce que la campaña está dirigida a la familia, no hace referencia al fenómeno boomerang que tan bien descrito está en la comunicación para la salud, que indica que un mensaje erróneo en prevención, produce el efecto contrario al deseado. Esto, dado que en una campaña es difícil distinguir entre figura y fondo: si se miente en la figura, se descalifica el mensaje, es decir, si se tilda de tonto al consumidor(falsedad) se descalifica también el fondo (mensaje preventivo). Este es el principal efecto que tiene la campaña, amén de proporcionar identidad al consumidor :marginalidad, descalificar como interlocutor válido al emisor(Estado) e incentivar la desconfianza ciudadana en sus instituciones.

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