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martes, octubre 23, 2007

Madrid, 19 -20 de octubre.

No es ninguna sorpresa que la actual inmigración en España es probablemente la única forma o la más eficiente manera de dar solución al fenómeno del envejecimiento de la población y la consecuencia más indeseable y poco manejable de ella: la falta de obra de mano para la realización de las tareas básicas de operación de las ciudades, a bajos precios y con eficacia.
Reflejo de lo anterior es, quizás, la deambulación por las calles de la ciudad de Madrid de un sinnúmero de latinoamericanos, marroquíes, rumanos, sub-saharianos, orientales etc. trabajando en labores de aseo, correos, construcción, comercio y servicios de comida o sencillamente mendigando, en los menos de los casos, y en la prensa escrita avisos de chicas búlgaras que cuidan niños, jornaleros latinos, y por supuesto chicas y chicos latinos, europeos del este y de otras nacionalidades que ofrecen servicios sexuales. Todas estas actividades tienen en común el poner a disposición del resto de la sociedad-demandante, anatomías inmigradas dispuestas a interpretar y satisfacer necesidades de la metrópoli o en otras palabras, que buscan cumplir deseos y escenificar representaciones del correcto o normal funcionamiento de las urbes que los habitantes peninsulares nativos utilizan como residencias.
Asimismo, desde hace unos siglos que esta península ha contextualizado conflictos raciales-religiosos, con árabes ibéricos y judíos en la península y con indios americanos (genocidio mediante) durante la conquista y saqueo de ese continente, revelando una forma de relacionarse con el otro y función de la narrativa necesaria para la construcción del perfil nacional, del alma esencial de lo que debía ser una nación, y de las fuerzas necesarias para conjurar este anhelo nacional, basado evidentementemente en la necesidad de sostener gastos burocráticos de un imperio, por un lado y probablemente requerimientos de las cúpulas de la iglesia católica por otra. Quizás ambas puedan ser reducidas a factores comparables o equivalentes.
Actualmente tiene focos de expresión en los conflictos del Estado Español con las demandas de mayor autonomía de Cataluña y El país Vasco, así como los problemas de vivienda de los inmigrantes africanos en los suburbios.
Todos estos asuntos que imbrican los conceptos de idioma, nación, de españolidad, de discriminación racial, de habla y en definitiva, de intereses financieros, se arraigan en lo que propiamente se podría llamar Hispanidad, es decir, en la propia alma española, que es precisamente los que todos estos conflictos han ocultado y ocultan: que no existe tal nación uniforme, que no existió ni durante el siglo XV ni en adelante ni tampoco ahora, sino para mantener de intereses de nobles, iglesias, burguesías y burocracias (no necesariamente en orden cronológico) de mantener un control y un mecanismo que permita el mejor goce de sus existencias a expensas del circo.

1 comentario:

KIRINKOBAON-KIRIKA dijo...

¿Pero qué pasa con este sitio? Paseando por el nos sentimos más solos que la una. Vamos a tener que pensar en hacerle un lanzamiento.

Del artículo en cuestión yo diria, humildemente, que está a medio camino entre la crónica periodística y un ensayo sociológico del cual, un metodólogo cualitativo, podría desprender una matriz de líneas de investigación. Sin duda alguna el tema de las identidades migrantes y los fenómenos de mestizaje cultural en el contexto de la globalización son una forma excelente de entrar a hablar de política, de esa política radical que se hace desde la propia conducta cotidiana. Soy consumidor, participo del común intercambio simbólico, quiero identificar a mis enemigos porque estamos en guerra. Ahora estoy leyendo a William Burroughs. Habla de un virus venido del espacio exterior cuyos síntomas son la razón, el poder, el tiempo y el lenguaje: las cárceles que así se manifiestan y contra las cuales es preciso resistir y luchar.

hasta la prontico