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jueves, septiembre 21, 2006

Hablando en lenguas

Desde hace unas semanas que tengo sueños inconclusos. Veo reuniones a las que llegan solo algunas personas, diálogos inconclusos, consecuencias no asumidas, etc. Esto se ha trasladado de algún modo a mi propia existencia cotidiana. Mi inseguridad me doblega constantemente. Me he transformado en un mimo o más bien un espejo del lenguaje que recibo. Esto tiene una explicación: incapaz de continuar recalcitrando, me repliego sobre el diálogo lechoso del otro, de modo de acomodar mi esperanza a lo que es y dejo de soñar. Pragmatico-leninista total.
Ah!
Pero que carajo!Hay cosas que me gustan más que estar constantemente parloteando o murmujenado como un chiquillo. Claro. Esas cosas que no pueden ser dichas por una imposibilidad verbal de dar cuenta a cabalidad de la realidad. Bah!No me gusta seguir esta línea de pensamiento. Me contradigo hasta en los sueños. Ojalá no existiese tanto lodo ni tanto hedor. Mi boca. Mi rostro compungido ya está agotado. Los músculos de la cara están contraidos permanentemente en actitud receptiva. Mi liderazgo se canaliza en células tumorales que combaten lisa y llanamente contra mis killers.

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