Creyendo que lo están haciendo de maravilla, los medios de comunicación masiva se ha enfrascado desde tiempos inmemoriales (6 de octubre de 1988, para ponerle objetividad) a matizar informaciones neutras (deporte, moda, cotilleo) con declaraciones diversas que agreden de diversas maneras a los partidos gobernantes. Cada día se lee, por ejemplo en www.emol.com, como el país está en crisis, como hay denuncias de corrupción de funcionarios de gobierno, problemas de seguridad ciudadana etc. Se basan en la teoría comunicacional llamada de la aguja hipodérmica, o también modelo de David Berló, que dice que la información entregada a las personas, es absorbida integramente, aristotélicamente de manera que si se emite el discurso A, el receptor recibe el mensaje A.
Pero, lamentablemente para los que esperan algo más de acción en los textos e imágenes diarios de los noticiarios, la interacción comunicacional resulta bastante más compleja que la inocente interpretación que manejan los mass media. Efectivamente, las personas somos capaces de interpretar la información que recibimos y casi nunca nos quedamos con lo que literalmente se nos dice, es por eso, por ejemplo, que pese a ser bombardeados por propaganda en favor del si, aquél 5 de octubre de 1988, y pese a todos aquellos mensajes que buscaron demonizar la alternativa, ganó el no. La gente fue capaz de darse cuenta que el mensaje debía ser interpretado, y no aceptado tal como había sido emitido. Mientras los medios funcionen sin considerar estos otros supuestos, tendremos mucho fútbol, chovinismo, tetas y por supuestos dimes y diretes de nuestros parlamentarios y políticos.
Aquello lo saben bien los publicistas, que a veces nos sorprenden con publicidad hecha con agudeza y creatividad.
En la medida que tengamos mayor acceso a ese tipo de información, mayor desgaste tendrán esos discursos, y es así como hoy casi es vox populi, que los periodistas son todos unos mentirosos, cuestión que no comparto, pero, que a mi juicio, nace desde el seno de ese fenómeno de interpretación del acto comunicacional (Habermass).
Así que, hago un llamado a no rendirse frente al espectáculo cotidiano de los mass media, y en vez de eso, contemplar las grietas comunicacionales del discurso, comentarlas y difundirlas, hasta que se desmorone enfrente de nuestras narices, como tantas otras veces ha ocurrido.
miércoles, septiembre 17, 2008
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